viernes, 10 de octubre de 2008

AZUL PROFUNDO


Todo empezó con el color azul.
Celeste se despertó una mañana, abrió la ventana de su dormitorio, miró el cielo, estaba azul, decidió salir a caminar, aprovechar el día y vestirse de azul, sólo para no desentonar.
Eligió un vestido suelto, un pañuelo azul para el cuello. No tenía zapatos azules. Tomó plata, 20 pesos, no mejor, 50, eran azules.
Fue descalza a comprar un par de ojotas azules. Al salir le molestó ver que había tantas cosas que no eran azules.
Consiguió las ojotas y emprendió la caminata, saturada de tantos colores decidió ir a comprar pinturas azules, volvió a su casa, tenía que llenarla de azul. Pintó las paredes, las puertas, las ventanas, los muebles, todo quedó azul. Satisfecha se recostó a descansar.
Se quedó dormida y soñó con su príncipe azul.
Al despertar se sintió vacía, no tenía nada. Hasta ayer se llamaba Celeste pero había decidido quitar el blanco de su vida y convertirse en Azul, y Azul no tenía vida todavía, necesitaba crearse una existencia.
Se vistió nuevamente de azul y sacó un pasaje en micro a Azul.
Viajó sola, un 2 de enero de 1989 y al llegar al pueblo no le costó ningún esfuerzo ubicar un hotel que se llamase Azul.
Estaba segura que allí podría hallar a su príncipe azul.
Camino a la Laguna Azul, demasiado verde, demasiado sol, no podía soportarlo, decidió dormir hasta la noche, ya que en la oscuridad, el paisaje podría parecer azul, azul oscuro, azul noche.
Penetró en un sueño profundo, en un sueño azul profundo, donde un hombre magnífico la invitaba a sumergirse en la laguna, a zambullirse en un abrazo eterno.

Celeste o Azul, como quieran recordarla, se internó en las aguas y amaneció flotando pacíficamente en la laguna. Cuentan las dos ancianas que sacaron su cuerpo, que de él emanaba un perfume penetrante a lavanda y su piel era de un fuerte tono azulado.
Celeste había sido hasta 4 días antes, una mujer normal, con amigos, familia, novio y un trabajo de traductora de inglés. Su novio la había dejado la noche anterior del despertar azul, por otra mujer.
Estaba traduciendo un poema llamado Blue, que es tristeza, que es azul, fue lo último que escribió antes de perder la cordura.

Azul murió ahogada por fuera por agua dulce, por dentro por agua salada.


2002




martes, 7 de octubre de 2008

¿Y qué?

Soy de las que escuchan una canción una y mil veces. No un disco entero, o un interprete, no, no, una canción. Siempre la misma, la programo para que se repita. Cuando me gusta mucho, cuando dice algo que en ese momento me calza justo y no puedo parar, de escucharla y de cantarla, cada vez que vuelve a empezar la disfruto como si no la hubiera escuchado nunca antes y me la aprendo de memoria, pero cada vez que la canto la canto distinto con un poco más de ímpetu, de volumen, de fuerza, a veces lloro y otras me río sola y cuando ya la siento por todos lados ahí ya la bailo, ese es el momento cúlmine, cuando la bailo…
Esto me pasó desde siempre, cuando era chica me grababa cassettes con un solo tema, del lado A y del B. Cuando aparecieron los CD los programaba para que solo lean “ese” tema y ahora en la comp. Solo clickeo “ese” tema.
Pocos reconocen hacer lo mismo, yo lo digo, total, los que me conocen saben que soy un poco obsesiva.

Esta vez fue la rumba Fa, gracias

jueves, 2 de octubre de 2008

LA SEGUNDA ESTRELLA A LA DERECHA

Hoy fue un día tremendo, cero paciencia, menos diez de tolerancia y dolencias físicas a la carta. Cuando ya estaba resignada a volver a perder la alegría primaveral, mi hija tuvo la magnífica idea de ver El regreso al País de Nunca Jamás (por vigésima vez). Nos metimos en la cama y abrazadísimas nos sumergimos en el mundo de Peter Pan…llegando al final mi princesa me abandonó para irse de la mano de Morfeo y yo quedé atrapada en la trama.

Fe, confianza y polvo de hadas, dijo Jane (la hija de Wendy) antes de dejarse caer al mar desde el barco del Capitán Garfio…abre los brazos, sonríe plenamente, vuelve a sentir la infancia en sus venas, un centímetro antes de tocar el agua, se eleva suavemente y comienza a volar…se me cae una lágrima y me resbala hasta la comisura de la sonrisa.

Me emocioné, hoy que pensé que era un día malísimo, hoy que ya le estaba acomodando una capa más a mi armadura, me emocioné. Y pude sentir vestigios de fe, confianza y polvo de hadas. Y reviví la sensación de volar feliz como en mi sueño reiterado, cuando puedo volar segura por la calle Edflein.

No sé si alguna vez tuvieron la suerte de soñar que volaban, yo si y no hay nada más placentero y esperanzador que eso.
No sé si alguna vez se atrevieron a preguntarse si creen en las hadas, yo no me lo pregunto, creo.
Hoy voy a dormirme pidiendo soñar que vuelo.

Es raro, no creo en los hombres y creo en las hadas...


Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?
 
¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora

de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra

y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?

(Jorge Luis Borges, El sueño)