Amado Señor,
tantos momentos de alto vuelo
quiero agradecerle
Y es por eso que me planto ante usted
siempre en esbelta reverencia
para que sepa que, sin perder la decencia,
quiero su mástil envolver con pasión
siendo mi lengua la
bandera
y mis labios el viento en la ocasión.
Así, en cada acto solemne
dejar en claro mi emoción
entusiasmo y devoción.
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